CANTIQUE DE JEAN RACINE
Gabriel Fauré, compositor francés que perteneció también al romanticismo tardío, fue organista de la iglesia de la Madeleine de París y director del Conservatorio de esta ciudad hasta 1920, fecha en la que tuvo que dejar el cargo debido a su sordera avanzada. Fauré representa muy bien el enlace entre el Romanticismo y el Modernismo posterior. Entre su abundante obra destaca una amplia producción de canciones corales y, desde luego, su famoso Requiem, que no se compuso a la memoria de una persona en particular, sino por el simple placer de hacerlo.
El Cantique de Jean Racine, obra para coro mixto y órgano, fue compuesto en 1864 sobre un texto que el dramaturgo francés Jean Racine había publicado en 1688 como parte de sus “Himnos traducidos del breviario romano”. En concreto el Cantique corresponde a un antiguo himno (Consors paterni luminis) atribuido a San Ambrosio (siglo IV) y que se sigue utilizando en la liturgia actual, como canto para maitines de los martes.
Verbe égal au Trés-Haut, notre unique espérance, jour éternel de la terre et des cieux. De la paisible nuit, nous rompons le silance, Divin Sauveur tete sur nous les yeux! Divin Sauveur tete sur nous les yeux! Repands sur nous le feu de la grace puissante, que tou l'enfer que tout l'enfer fuie au son de ta voix, Dissipe le sommeil d'une âme languissante, qui la conduit à l'oubli de tes lois, qui la conduit a l'oubli de tes lois. O Christ, sois favorable á ce peuple fidèle, pour te bénir maintenant ressemblé; Reçois les chants qu'il offre à ta gloire immortelle, et de tes dons qu'il retourne comblé!
El verbo de Dios es nuestra única esperanza, el día eterno de la tierra y los cielos, en la tranquila noche rompemos el silencio. ¡Divino Salvador, pon sobre nosotros los ojos! ¡Difunde por nosotros el fuego de tu gracia poderosa, que todo el infierno huya al sonido de tu voz, disperse el sueño del alma débil, que es conducida al olvido de tus leyes! ¡Oh, Cristo!, sé bondadoso para con este pueblo fiel que ahora te bendice reunido! Recibe los cantos que ofrece a tu gloria inmortal ¡y a tus colmados dones que nos devuelves!