SFOGAVA CON LE STELLE
Claudio Monteverdi representa la culminación del género madrigalesco. Sus madrigales están agrupados en 9 libros, ocho de los cuales fueron publicados en vida del autor entre 1587 y 1638, y el noveno libro póstumamente en 1651. A lo largo de estos libros es posible apreciar la evolución de la música de Monteverdi, desde el estilo polifónico de la música del renacimiento hasta la utilización de la monodia acompañada característica del barroco.
Los cuatro primeros libros de madrigales se sitúan dentro de la prima prattica, el estilo polifónico tradicional, aunque Monteverdi utiliza un lenguaje armónico cada vez más innovador, con disonancias más audaces conforme avanza la serie. Están compuestos para 5 voces a capella.
El quinto libro constituye el punto de inflexión hacia la seconda prattica, donde la música se subordina a la expresión emocional del texto poético, en consonancia con la naciente ópera y los principios del humanismo florentino. Desde entonces, en los libros posteriores el madrigal evoluciona hacia formas dramáticas y de estilo representativo, con combinaciones más variadas de las voces y partes solistas, y con el acompañamiento instrumental del bajo continuo.
Sfogava con le stelle pertenece al cuarto libro, publicado en Venecia por Riccardo Amadino en 1603, que contiene 20 madrigales a cinco voces.
El texto corresponde a un poema del cortesano y poeta italiano Ottavio Rinuccini (1562-1621), al que se le atribuye por cierto el libreto de la primera ópera escrita, Dafne, hoy perdida.
El último archivo incluido al final de esta página es de una grabación de este madrigal, realizada por un sexteto italiano.
Sfogava con le stelle
un infermo d’amore
sotto notturno cielo il suo dolore.
E dicea fisso in loro:
«O imagini belle
de l’idol mio ch’adoro,
sì com’a me mostrate
mentre così splendete
la sua rara beltate,
così mostraste a lei
i vivi ardori miei:
la fareste col vostr’aureo sembiante
pietosa sì come me fate amante»
Un enfermo de amor
desahogaba su gran dolor
con las estrellas,
bajo el cielo nocturno,
y decía fijando la mirada en ellas:
"Oh, imágenes bellas del ídolo mío que adoro,
así como a mí me mostráis,
con vuestro resplandor,
su rara belleza,
de la misma manera mostradle a ella
los vivos fuegos de mi pasión.
Gracias a vuestra sublime apariencia
se volverá tierna igual que a mí me habéis hecho amante"