ROSQUILLAS AL HORNO
Estas son las inefables rosquillas que hacía mi madre, Doña Carmen, y que toda la familia esperábamos con fruición que volviera a preparar cuando se terminaban. Al ser hechas al horno son más digestivas que las que se fríen, y francamente, de sabor y presencia no desmerecen nada de las tradicionales rosquillas fritas. Son fáciles de hacer, duran varios días a temperatura ambiente y desde luego son mucho más sanas que la repostería industrial. Olvídate de Martínez y prepara tus propias rosquillas.
- 1/2 Kg de harina de trigo
- 3 huevos
- 150 gr. de azucar
- 1 vaso de aceite de oliva virgen extra (130 gr)
- Zumo de dos naranjas
- Ralladura de un limón
- Un sobre de levadura
- Un vaso de vino moscatel o Málaga virgen
- 1/2 rama de canela
Hazte con un buen bol y una cuchara de madera. Echa el harina, el azucar y la levadura y revuelve un poco. Bate ligeramente los huevos y añádelos al bol, junto con el aceite, el zumo de naranja y el vino. Mezcla bien durante un par de minutos. Ralla la piel del limón sobre el bol. En un mortero echa la media rama de canela y machaca bien hasta que los trocitos sean muy pequeños. Añade todo y vuelve a mezclar hasta que veas una masa homogénea, que se pegará algo a las paredes del bol y a la cuchara. Dejalo reposar durante una hora a temperatura ambiente.
Limpia una zona de la encimera y espolvorea un poco de harina. Vierte encima el contenido del bol. Amasa con las manos, añadiendo un poco de harina, hasta conseguir que no se pegue a las manos ni a la encimera. No hace falta más de dos o tres minutos.
Prepara la bandeja del horno, cubriéndola con papel de horno y ponla en la encimera a tu alcance. Enciende el horno para que se vaya precalentando a unos 80 grados.
Cuando hayas formado una especie de media esfera aplastada, vas tomando pequeñas porciones, del tamaño de una pelota de ping pong más o menos, la aplastas un poco entre las manos y con un dedo haces un buen agugero en medio para darle la forma de rosquilla. En ese momento la depositas en la bandeja. Coloca las rosquillas juntas pero que no lleguen a pegarse. A mi, en una bandeja de horno normal me suelen caber 24 (6 filas de 4 rosquillas cada una).
Coloca la bandeja bastante arriba, para que no se quemen por debajo. Pon el termostato a 200 grados y estarán echas en unos 15 o 20 minutos, Convendrá echar un ojo antes y si se percibe que se empiezan a poner muy oscuras por debajo, apagar la parte inferior y dejar solo la de arriba. Las rosquillas deberán tomar un bonito color dorado para sacarlas.
Cuando se hayan sacado del horno y se hayan enfriado un poco pon en una taza de cristal tres cucharadas de azucar y otras tres cucharadas de agua y mételo en el microondas durante 2 1/2 minutos. Es una forma fácil y limpia de preparar un almíbar. Vigila para que el almíbar no llegue a tomar color. Saca la taza con cuidado y ponla junto a la bandeja donde se están enfriando las rosquillas. Con unas pinzas de cocina coge cada rosquilla y métela boca abajo en la taza, de modo que se empape ligeramente la parte superior con el almibar, basta con 3 o 4 segundos), y sácala colocándola boca arriba sobre un papel de alumnio. Cuando las rosquillas se hayan enfriado del todo verás que tiene un agradable brillo y no están pegajosas.